martes, 29 de julio de 2008

Blackbird



Blackbird singing in
the dead of night
take this broken wings
and learn to fly
all your life
you were only waiting
for this moment to arise

A Iki
por sugerir esta canción que siempre me hace llorar,
porque sigo dándole vueltas a mis alas rotas
y no aprendo a volar nunca.

Las aves son siempre señales de mal augurio.

Dicen que cuando el zopilote canta el indio muere, y que su danza ritual cíclica en los cielos por sobre nuestra cabeza es siempre certeza de la propia muerte.

El ave negra es siempre mensajera del inframundo.

(¿Te acuerdas cuando fuimos hace muchísimos años al cine sin saber que película daban, y vimos "The Crow"? A mí me fascinó, y ya de por sí me sabía de memoria el poema de Poe con ese graznido de cuervo que dice "Never more, never more.")

A mí me gusta coleccionar imágenes proféticas, formas de leer el augurio:

Una mariposa negra,
los grumos de café muerto en la taza,
las líneas de filigrana en tus inmensas manos mientras tocabas la guitarra
(¿Te acuerdas que mi línea de la vida siempre ha estado trunca? ¿Serás ahora tú una de las
tenues líneas entrelazada a mi línea del amor?),
las mías tirando el tarot con una baraja de la lotería
(sí, algún día escribiré ese poemario de la lotería que tanto me incitas tú a escribir),
las volutas de tu sempiterno cigarro y su sabor, que me dejaba en la boca tu furtiva y danzante lengua.

Yo siempre ando queriendo leer algo secreto en todo, en cada vena y lunar de tantos cuerpos; desmenuzar cada palabra escuchada para entender un mensaje cifrado; leer el café, la coca-cola y hasta el chocolate "Abuelita", ése con la foto de Sara García.

Hoy me di cuenta que no era yo quien esperaba siempre al ave negra en la ventana, sino una de esas aves negras del mal augurio.

Antes de Eva, según sagrados textos tildados de apócrifos, hubo otra, la primera mujer de Adán. Su nombre era Lilith, y ella se rehusó a yacer, durante la cópula, bajo el lúbrico peso de Adán. Una mujer así de nada le servía. Se dice que escapó a vivir dentro de una cueva, mientras Adán fue feliz yaciendo sobre Eva. El nombre de Lilith sirve también para llamar a un ave nocturna del mal augurio, a un búho o una lechuza, y se dice que graznaba igual.

Tal vez alguien evite pronunciar mi nombre por superstición, tal vez mi recuerdo amanece posado en el canto de su ventana, y le espante el sueño a la hora del pánico de las tres o las cuatro de la madrugada.

Tal vez tema siempre encontrarme turbia, en las trazas de su café matinal.

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4 comentarios:

Unknown dijo...

Querida y extrañada Lady Mondegreen:

Es un honor que haya atendido mis súplicas e hiciera de Black bird un extraordinario texto. Lo he leído con verdadera fruición. A veces yo también creo que soy un ave de mal augurio, de mala sangre o con muchas grietas en el corazón.
Saludos.
Doña Herminia

Qbi dijo...

como si el infortunio quisiera volar con esas oscuras aves.

qué buen blog tienes.

Lady Mondegreen dijo...

Doña Herminia, el gusto es mío, y dependo irremediablemente de usted y de lady Vivianne. Yo también ya me quiero regresar, pero ya mero. Tal vez seremos las tres mujeres-cuervos.

Abrazos.

QBI,

Muchas gracias por la frase tan poética, me regaló una imagen que no había contemplado.

Y gracias por el cumplido, pondré todo mi esfuerzo en no defraudarlo.

Espero que se pasee por acá seguido, y lo visitaré también por el suyo.

Queen Loana dijo...

Somos entonces tres cuervos medievales con ciertos embrujos...
Siempre me he pensado como una arpía más bien, ese monstruo con el cuerpo de ave y la cara terrirífica de dama involuntaria...
Excelente entrada... espero con ansia saber de Yellow Submarine... (que por cierto canto en la oficina pero con Lady Mondegreen en la tonada)
Una abrazo de plumas.
Lady Vivianne

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