jueves, 31 de julio de 2008

Ella cambia día a día

Her Majesty's a pretty nice girl
but she changes from day to day.

Una entrada chiquita que no había planeado escribir.

Venía escuchando la cadena nacional de radio (NPR) que es donde se puede escuchar temas culturales por acá. Perdí la referencia exacta, pero un cierto profesor de literatura creo de la Universidad de Iowa citaba a un poeta (se me fue el nombre, y busqué y busqué en línea pero no encontré la cita) y decía que:

"Los poetas somos siempre contradictorios."

Amigos y amigos poetas, ¿se sienten ustedes contradictorios?

Yo sí, pero siempre lo atribuí a mi falta de confianza, a mi timidez, a mi ingenuidad, a mis neurosis, a mi sexo.

Nunca a esta enfermedad de la poesía.

La cita era bella, la mutilo parafraséandola, pero decía "Yo soy contradictorio, soy vasto". Y según el profesor éste, es la libertad de la contradicción la que le permite al poeta crear obras maestras (Con el ejemplo de Ezra Pound que apoyaba a Mussolini).

Hurgando en mi poesía yo escribí hace muchos años en la primera versión de Babel:

"Ésta que soy yo
somos nosotras"

Me gustaría saber sus ideas.

Contradictoriamente suya,
Lady M.

Pd. Lady V. ¿Qué le parece lo cabalístico de terminar el mes con el mismo número? Le juro que no lo forcé, pero pensé que a usted le gustaría pensar en esta posible contradicción de la poesía.
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miércoles, 30 de julio de 2008

In my life

There are places I'll remember
All my life though some have changed
Some forever not for better
Some have gone and some remain
All these places have their moments
With lovers and friends I still can recall
Some are dead and some are living
In my life I've loved them all

A Elia porque es su canción favorita y porque me tomó muchos años darme cuenta en cuántas cosas se interesó sólo porque eran importantes para mí

* Entrada escrita durante el siguiente trayecto:
De Commonwealth Ave. en Boston, Mass., Tren B de la línea verde a Park Street,
cambio a la línea roja hasta Porter Square (una después de Harvard)
cambio al Commuter Rail a Concord, Mass.


Hace muchos, muchos años, cuando yo era todavía una niña decidí que quería estudiar física cuántica.

No estudié física cuántica, ni física normal, ni siquiera educación física...

Estudié letras.

Así que no recuerdo muy bien las leyes de la física sobre los cuerpos en movimiento, pero mi espíritu romántico (romántico en el sentido del Sturm und drang y el joven Werther, no en el de Televisa, vale mencionar) sabe muy bien que cuando las almas solitarias se ponen en movimiento se desborda la boca de la melancolía.

Ayer venía en mi viaje de casi hora y media de regreso de Boston a Concord escuchado mi Ipod, cuando al subir al segundo tren e ir pensando en mi tierra de campos de fresas, por suerte, comenzó esta canción que también logra hacerme llorar.

Demasiados lazos emocionales me unen a ella:

Es la canción que bailé idealista y esperanzada un dieciséis de febrero.

Es la canción que me dijiste tú que era tu favorita cuando te lo pregunté para un proyecto que tengo sobre mis equipajes emocionales, sobre la música que han dejado en mí las personas que me han marcado. Y ya de por sí tú y yo compartimos a los Beatles desde la secundaria.

Me hace llorar porque me recuerda a los viejos amigos, a los viejos amores, y a los viejos lugares.

Siempre he tenido esta obsesión con los lugares que ya no existen. La casa en que nací, en la calle cinco de mayo, es hoy día un comercio donde venden alimento Purina y el terreno familiar en donde jugué tantas veces de niña es hoy un motel de paso.

¿Qué le pasa a uno si la raíz de los recuerdos desaparece?

Así también hay tantas vidas anteriores que ya no puedo acceder.

Muchos diálogos que siguen continuándose en mi cabeza. Diálogos que son realmente tristes monólogos.

¿Qué harías si supieras que aún sigo charlando contigo a pesar de que no estás?

¿Con quién hablas tú mentalmente al montarte en un tren y mirar por la ventana?
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martes, 29 de julio de 2008

Blackbird



Blackbird singing in
the dead of night
take this broken wings
and learn to fly
all your life
you were only waiting
for this moment to arise

A Iki
por sugerir esta canción que siempre me hace llorar,
porque sigo dándole vueltas a mis alas rotas
y no aprendo a volar nunca.

Las aves son siempre señales de mal augurio.

Dicen que cuando el zopilote canta el indio muere, y que su danza ritual cíclica en los cielos por sobre nuestra cabeza es siempre certeza de la propia muerte.

El ave negra es siempre mensajera del inframundo.

(¿Te acuerdas cuando fuimos hace muchísimos años al cine sin saber que película daban, y vimos "The Crow"? A mí me fascinó, y ya de por sí me sabía de memoria el poema de Poe con ese graznido de cuervo que dice "Never more, never more.")

A mí me gusta coleccionar imágenes proféticas, formas de leer el augurio:

Una mariposa negra,
los grumos de café muerto en la taza,
las líneas de filigrana en tus inmensas manos mientras tocabas la guitarra
(¿Te acuerdas que mi línea de la vida siempre ha estado trunca? ¿Serás ahora tú una de las
tenues líneas entrelazada a mi línea del amor?),
las mías tirando el tarot con una baraja de la lotería
(sí, algún día escribiré ese poemario de la lotería que tanto me incitas tú a escribir),
las volutas de tu sempiterno cigarro y su sabor, que me dejaba en la boca tu furtiva y danzante lengua.

Yo siempre ando queriendo leer algo secreto en todo, en cada vena y lunar de tantos cuerpos; desmenuzar cada palabra escuchada para entender un mensaje cifrado; leer el café, la coca-cola y hasta el chocolate "Abuelita", ése con la foto de Sara García.

Hoy me di cuenta que no era yo quien esperaba siempre al ave negra en la ventana, sino una de esas aves negras del mal augurio.

Antes de Eva, según sagrados textos tildados de apócrifos, hubo otra, la primera mujer de Adán. Su nombre era Lilith, y ella se rehusó a yacer, durante la cópula, bajo el lúbrico peso de Adán. Una mujer así de nada le servía. Se dice que escapó a vivir dentro de una cueva, mientras Adán fue feliz yaciendo sobre Eva. El nombre de Lilith sirve también para llamar a un ave nocturna del mal augurio, a un búho o una lechuza, y se dice que graznaba igual.

Tal vez alguien evite pronunciar mi nombre por superstición, tal vez mi recuerdo amanece posado en el canto de su ventana, y le espante el sueño a la hora del pánico de las tres o las cuatro de la madrugada.

Tal vez tema siempre encontrarme turbia, en las trazas de su café matinal.

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domingo, 27 de julio de 2008

Marmalade skies


La empalagosa imagen de unos cielos de mermelada de fresa y mandarina me hacen sonreír, buscando entre las nubes a Lucy y sus diamantes.

Fotografía del cielo afuera de mi ventana en esta tarde lluviosa de Concord, Massachusetts. Mientras mi corazón melancólico piensa en el sitio en que no late en México.

sábado, 26 de julio de 2008

Pingüino elemental...

…cantando un “¡Hare Krishna!”,
hombre, debiste haberte dado cuenta
que estaban pateando a Edgar Allan Poe…

Relato pseudo-surrealista de la cena de una noche de verano

La expedición partió en busca de un lugar distante con un nombre el cual desconocíamos o del que no queríamos acordarnos, y vagamos cual Colón, atisbando en el aire el olor a tierra o algún rastro de papagayos. Afortunadamente aún manteníamos en la memoria un número y una calle, que no se había anunciado hasta muy tarde, según dijo el vocero, simplemente porque nadie se lo había preguntado.

Después de anunciarse finalmente, la ruta progidiosa, el convoy seguía a ciegas las órdenes de la voz que provenía de la consola del armatoste, y a pesar de que veíamos inminente la caída a un infinito mar, no hacíamos más que resignarnos y alistarnos a dar la brazada de mariposa.

Secos hasta lo más recóndito, pero a pesar de la zozobra evitada, aún manteníamos el hambre del mismo náufrago que ha vivido consigo mismo y con un día de la semana, de nombrar las cosas todas a su paso: y así, depués de bautizar por vez última una calle y la luz de las seis y cinco de la tarde, dimos con el bendito lugar.

El restaurante era un banco en que había que hacer fila y pedir, siempre por triplicado y con una fe notarial la mendicidad de la pesca fresca del día que a diario encontraban al descombinar el candado hermético de la bóveda, que a veces entregaba langostinos y cangrejos de gordas piernas, y a veces sólo presentaba una bota, algunos vestigios de algas y tres condones usados.

Yo había pedido agua pero recibí un ajenjo de un rosado azul, que tenía en su centro un cubo como de hielo seco que se derretía con la plática sobre loros parlantes, los más inusuales nombres de pila, y un repertorio de personajes ya muertos, mientras en el radio daban el marcador de un juego de pelota en el que o todos habían muerto o el resultado no tenía ningún sentido.

Un mesero ha recitado una letanía interminable de especiales, con la creatividad poética de cualquier Bretón o cualquier Tzara García y me hace imaginarme una lechuga que perversa salta de un trampolín para ensartar su enhiesto tallo en la concupiscente suavidad de un puré de papas, apenas sonrojado del carmesí de la remolacha que languidece sobre él.

El mesero habla y habla, erguido, mientras yo, sentada, lo escucho y no acierto a atrapar ninguna de las palabras que como liebres se le escapan de la boca. El mesero me mira molesto, sabe que de lo que dice yo no entiendo nada, y que actúa como bálsamo del olvido, y después de su perorata no atino ni a decir cuál es mi nombre ni como llegué al asiento que ahora ocupo.

Ese mesero no sabe que en este momento me siento tan hermanada con él, y pienso que pararse al frente de un salón de clases y dar una cátedra sobre el muralismo mexicano o explicar el subjuntivo, es exactamente igual que explicar la frescura de los cayos de hacha y de los ostiones y el salmón de Alaska, y no sabe que ganarse a un estudiante es lo mismo que trabajar por propinas.

En el baño una botella de antiséptico azul se me insinuaba con su cachondo "bébeme, bébeme, tú sabes que quieres…"

Y un atún a medio asar se debatía con una langosta bailando un Charleston mientras alguien en el baño cantaba igualito que Ella Fitzgerald y por más que metía yo la cabeza en el excusado no lograba encontrarla.

Alrededor de la mesa la conversación crecía, de boca en boca, de lado a lado, en un ridículo teléfono descompuesto que iba del inglés al francés, del francés al portugués, pasaba por el alemán y se transmutaba en mandarín, pero mi español no atinaba ni al polaco, ni al farsi, ni al islandés (a pesar de conocer todas las canciones de Björk), ni al yidish, pero lográbamos, incansables, hacer llorar de la risa a Carpentier, a Sarduy y a Cabrera Infante con sus inconsolables tigres.

El camino de regreso no fue menos extraño, ni atinamos a comprendernos, pero yo cerré los ojos y me dejé arrullar por una discusión interminable sobre esta cosa y otra, con una rutina que se escuchaba idéntica a aquélla de “Who’s on first?” y yo me reía a pesar de que hablaban ya de alguien que había recién muerto, de cáncer, o de alguna otra enfermedad que no puede nunca provocar la risa...

...y yo pedí a gritos una canción de la que desconocía el título, y la música y la letra, e incluso la certeza de que existiera.

Esta noche, ahora bajo mis dedos se descubre y me descubro odiosa, habiendo pensado demasiado, y bebido demasiado, y comido demasiado, y ahora me iré a dormir pensando que cierta deidad alucinógena no atinará a darme una fantasía tan ilógica como ésta.

¿No crees que el guasón se ríe de ti?

Maya se ríe dormida
Maya laughs in her sleep
y leo en su rostro el más secreto de los arcanos.
and I read in her face the most secret arcane.

Yo rondo los pilares que la ocultan,
I circle around the pillars that hide her,
entre el enrejado atisbo la curvatura de su sonrisa,
and through the lattice I peek at the curve of her smile,
adentro de su sueño no se oye nada
inside her dream she hears not
de lo que yo le pregunto a gritos.
my screaming questions.

¿Con quién sueñas?
Who do you dream of?

Maya se ríe dormida a carcajadas
Maya laughs from her belly
y me turba
and it disturbs me
y me maravilla
and it amazes me
y no puedo más que imaginar un mundo
and I can't do but imagine a world
en que una mano se convierte en ave
in which a hand becomes a bird
y ella salta a desprender estrellas
and she jumps to unhook stars
y algo invisible la sostiene.
and an invisible something holds her up.

Maya se ríe
Maya laughs
y nunca sabré si en ese mundo suyo
and I will never know if somewhere in that world of hers
hay sitio para mí.
there's a place for me.

domingo, 20 de julio de 2008

Hace veinte años el día de hoy...

que el Sargento Pimienta le enseñó a tocar a la banda, han estado dentro y fuera de moda, pero está garantizado que los harán sonreír. Así que déjenme presentarles, el espectáculo que han conocido por todos estos años...

El club de los corazones solitarios del Sargento Pimienta

Siempre he pensado que podría decirse todo mediante las títulos y las letras de las caciones de los Beatles. Si bien no los únicos y (aunque excelentes) no los mejores, son sin cuestiamiento la música más ensartada en mi pecho. ¿Y en qué recae esta posibilidad de un dialecto emocional completo en beatle? Pues nada más y nada menos que en la abundancia de su producción y eclecticismo de temas.

Más de alguno que me lee, en carne viva debió sufrir mi amor por los Beatles. ¿Qué quieren que haga? No es posible dejar de pensar en todas y cada una de las personas con las que he tenido el placer, la fortuna o incluso el disgusto de toparme en esta vida, con una creación del cuarteto de Liverpool.

Por esto, declaro un ejercicio creativo de intitular cada entrada de este blog de ahora en adelante (hasta previo aviso) con un título o una cita de alguna de sus canciones, ya sea en traducción o parafrasis.

Y qué más decir, además de que sé que lo lograré con una pequeña ayuda de mis amigos...

jueves, 17 de julio de 2008

Serendipity

Hace algunos años, tres o cuatro, en mi a veces largo y tedioso camino de la escuela/trabajo a casa, me acompañaba la música del radio. Al cruzar un puente en especial, atorada en el tráfico, recuerdo que muchas veces encontraba surfeando el dial una canción de esas que se te quedan. La letra me conmovía y pronto cantaba con los labios y con el corazón, sin miedo ni vergüenza de que el conductor de al lado presenciara mi breve momento catártico.

Con los años y las mudanzas olvidé la melodía y la letra, y sólo me quedé con el recuerdo de aquella canción de la que nunca supe el nombre. Imposible buscarla de ninguna manera. Hasta donde sé todavía no se inventa el engrane de búsqueda en línea en base a las sensaciones que algo nos deja.

Por mucho tiempo me resigné a esta insignificante pérdida.

Hoy, sobre el mismo puente ocurrió el encuentro fortuito.

Tan sólo un par de acordes y un puñado de palabras y supe que ésa era.

La letra es bastante críptica, y aún así respondía y responde a todas esas mismas interrogantes que me siguen rondando. Pero habla de esa necesidad de creer, esas ganas de lanzarse al abismo sin titubear.

Y otra vez el día de hoy me hace sonreír y esperanzarme.

Sin más, les comparto este minúsculo pedacito de buena fortuna

-------------

:


One thing
Finger eleven

Restless tonight
Agitado esta noche
Cause I wasted the light
porque malgasté la luz
Between both these times
entre ambos momentos
I drew a really thin line
tracé una línea delgadísima
It’s nothing I planned
no es nada que haya planeado
And not that I can
y no es que pueda hacerlo
But you should be mine
pero tú deberías ser mío
Across that line
a través de esa línea

If I traded it all
Si lo intercambiara todo
If I gave it all away for one thing
si todo lo cediera
Just for one thing
sólo por una cosa
If I sorted it out
Si lo resolviera
If I knew all about this one thing
si lo supiera todo sobre esto
Wouldn’t that be something?
¿No sería algo?

I promise I might
Prometo que tal vez lo haga
Not walk on by
no pasar de largo
Maybe next time
Quizá la vez próxima
But not this time
pero no esta

Even though I know
Aunque lo sé
I don’t want to know
no quisiera saberlo
Yeah I guess I know
Sí, creo que lo sé
I just hate how it sounds
sólo odio cómo suena

miércoles, 16 de julio de 2008

Libro abierto / Open book

Se había sentado en su sillón favorito, en el lugar estratégicamente planeado en el camino de una pequeña corriente de aire que se colaba por el resquicio de una ventana mal cerrada. La estoica lámpara de pie por un lado, con su foto celda que adivinaba el momento preciso para encenderse y relevar a sus manos de la molesta tarea de jalar la cadenilla dorada en el momento en que sus ojos no escudriñaran más las palabras del tomo abierto, que esas, su ahora desocupadas manos, ceñían fuertemente.

El teléfono a propósito desencajado, como todos los demás pendientes. Nada que distrajera del secreto placer de la lectura, de perderse en las hojas casi transparentes.

En la periferia de la vista apenas notaba los cambios de luz, o cómo la piel se crespaba y relajaba como por reacción a los cambios de la temperatura. Algunas cosas extrañas sucedían afectando muy poco su lectura: la repentina longitud de las uñas que ahora dificultaba un poco el ensalivar con el dedo la esquina superior de la página para separarla de sus compañeras; la necesidad de echar sobre el hombro una molesta barba que no recordaba haberse dejado crecer, que se anidaba sobre la página.

Cuando cerró el libro su ahora confundida mente no atinaba a recordar si había leido la palabra última o si simplemente era ya imposible distinguir las letras.

Desinterasado para siempre en lo que la tierra le presentaba después de girar interminablemente sobre su eje mientras él se había metido en la caverna de un infinito segundo.

Sus temblorosas manos abrieron de nuevo (y por vez última) el libro para emprender de nuevo, el camino de la lectura.

El libro ya no se cerraría nunca.

------

He had sat down on his favorite chair, in the strategic place right in the path of a draft that came in through the slight opening of an improperly-closed window. The stoic floor lamp stood beside him, with its photocell which guessed the precise moment to turn itself on and therefore free the hands from the obnoxious task of pulling the little golden chain the moment his eyes couldn't tell apart the words in the open volume, the one that now, those now idly hands, held tightly.

The phone was purposely left off its hook, as were all the rest of his chores. Nothing to distract him from the secret pleasure of reading, from losing himself in the almost transparent pages.

In his peripheral vision he barely noticed the changes of light  or how his skin would tense up and relax reacting to the temperature changes. Some strange phenomenons happened but they affected minimally his reading: the sudden length of his fingernails made more difficult to moist with the saliva on his finger the upper corner of the page in order to separate it from the rest; the need to throw over his shoulder the annoying beard that he didn't remember having grown, which nestled itself over the page.

When he closed the book his now confused mind couldn't decide if he had read the last word or if it was now impossible to tell the letters apart.

Uninterested forever on what now the earth presented after spinning interminably on its axis while he had immersed himself in the cavern of an infinite second.

His shaky hands opened again (and for the last time) the book to start once again the road of reading.

The book won't ever be closed.

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martes, 15 de julio de 2008

Sacando muelas

Lady Mondegreen está un poco cansada de tanto hablar como merolico en sus clases y piensa que sacarles una idea a sus estudiantes debería ser más sencillo que sacar muelas, sólo le queda montarse encima de ellos y arrebatarles con lujo de violencia y saña las pocas luces de pensamiento crítico que puedan tener.

Yo ya no quiero hacer esto, mejor debí haber estudiado medicina u ortodoncia, a lo mejor por lo menos me habrían pagado mejor por el mismo trabajo.

Pero el día no estuvo del todo jodido, hoy me duermo en la dulce esperanza del mañana. Mañana que tengo una entrevista telefónica para un puesto en GDL, y con ella el ideal de dar clases a quienes sí las quieran tomar. Ahí récenle a quien quiera que sea el santo chambeador.

Además otra cosa importante sucederá mañana, otra que llena a esta cínica y negativa dama en el más profundo idealismo esperanzador. No les cuento qué porque se me ceba. Si sale sí.

Un abrazo


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lunes, 14 de julio de 2008

Más espuma

He estado yendo al gimnasio, más a fuerzas que de ganas, sólo para quitarme de encima los diez años extra que un sádico instructor , después de una evaluación física, dijo que cargo con mi deplorable condición. Aunque la verdad creo que sobre todo lo que me jodió fue mi falta de flexibilidad (fuera de chistes, ya sé que la Güera se doblará de risa recordando mis nervios cortos y mi pisada de garra.)

Pero ahí voy, y gracias al Ipod lleno de música guapachosa o contestataria sobrevivo las largas sesiones en el gimnasio de la universidad en la que chambeo.

¿Y para qué cuento esto, además de para causar pena ajena? Pues porque escuchando música he estado repasando el soundtrack de mi vida, lo cual contribuye a esta reencontrada nostalgia que cargo ultimamente, no sé, quizás el haber regresado cuasipermanentemente al terruño, pone en perspectiva los seis años de exilio que me cargué.

Me he dado cuenta de cuantas canciones me dan ganas de llorar, todas las de los Beatles por obvias razones (para quien me conozca), las de los Doors, "Black" de Pearl Jam y todas las rolitas que canté en las bandas garageras a las que tuve el breve placer de pertenecer (y de donde me corrieron), en fin, un chingo.

La música ahí está despertando la memoria como el olor y el sabor de una madeleine que amenaza ponerme a escribir tomos y tomos dedicados a mi pasado, todas las cosas dichas a medias, todas las conversaciones que faltan, las conversaciones mentales que todavía tengo con viejos amigos.

Pero me repongo porque finalmente no debe haber una visión más deprimente que alguien llorando a moco tendido sobre una caminadora elíptica.

Pero siguiendo con las cosas que me suceden en el gimnasio me pasa que me pongo a pensar y pensar, y me doy cuenta que un gimnasio no es un buen lugar para un poeta, y que a la anoréxica a mi izquierda no le importa que yo sepa lo que es la sinestesia, o un oxímoron. Del mismo modo el tipo que está colgado de la barra alta y sube y baja verticalmente su cuerpo invertido, no sabe, ni le importa, que yo sepa no sólo lo que es una metáfora, una metonimia y una sinécdoque, sino además que hace a estos tropos diferentes. Nadie en este gimnasio recuerda el terror de ver a Don Chebo apuntar el dedo hacia mí y preguntarme si yo soy un signo, un susantivo o el imperfecto, ni tampoco le importa que yo sepa que el vanguardismo español no fue lo mismo que el avant-garde europeo.

A nadie le importa que entre tanto sudor y lycra spandex a mí se me ocurran versos...

Ahí tiene mi querida Lady Vivianne, más y más espuma.

Y a usted mi querida Doña Herminia Guardagujas, master Iki Nakamura, felicidades porque como dice mi señor marido el Earl de Amurray, ya es maistra, y a pesar de las risas, pues tiene razón, bien dice mi padre que lo bonito de las carreras y los posgrados es cuando uno se da cuenta que ya le enseñaron finalmente cómo pegar tabiques.

Suya por siempre, desde el exilio

Lady Mondegreen
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sábado, 12 de julio de 2008

Estando aquí no estoy

1

La infanta, pequeña dictadora, niña terrible, su alteza real, gran zarina y señora de todos los reinos de Michoacán, Jalisco, California y Massachusetts, camarada comandante, gran gurú Maya-Lama, y demás títulos nobiliarios...

...ya está conmigo en este exilio temporal.

2

He querido escribir todos estos días, pero como dijera César Vallejo nada más me sale espuma. Ya debería estar yo acostumbrada a tanto trote, pero la verdad es que me llena la melancolía, quién me hubiera dicho años ha, que nací con la marca del éxodo en la frente.

Los últimos meses probé la posibilidad de la permanencia, y me gustó, y ahora regresando a Bostonia me doy cuenta que quiero arraigarme, echar raíces en un sitio y dejar de estar marchándome siempre.

3

Tomorrow we enter the town of my birth
I want to be ready


The Doors

Regresar al pueblo natal le causa estragos a la psique de un nómada: escenas fantasmas de su pasado se repiten ad infinitum al voltear la cabeza a cada resquicio.

Los lugares que ya no existen están ahí, acechándonos entre las sombras.

Y toda esta nueva nostalgia y melancolía me ha hecho pensar en todas las cosas que se me han escapado de entre los dedos.

Pensar en todas esas personas que se han convertido en fantasmas, en sus recuerdos que persigo y las fibrosas marcas de ellas que llevo en la piel.

Pero tal vez lo que deseo tanto de ellas, lo que ansío arrancarles es la parte de mí que conservan, un órgano, una extremidad, un mechón de mi cabello...

Ando buscando a Paula y a veces no la encuentro.

Y como dijera Silvio: "cualquier información la pagaré..."

4
Me escapé de mi casa
me escapé de mi amor

Los Fabulosos Cadillacs

En inglés hay una frase con la que se llama a estas personas: The one that got away, o "El que se escapó".

Son esa metralla que llevamos, tras la guerra, injerta en el corazón.

De cuando en cuando acaricio mi metralla, la atesoro con todo su placer y devastación.

Pero hace poco surgió una idea nueva, que tal vez fui yo la que emprendió la huida, y no sólo la que se quedó tendida y abandonada.

Tal vez era yo esa Sodoma ardiente que se teme ver por vez última, con el terror de convertirse en estatua de sal.

Y tú...

¿A quién abandonaste? ¿Quién te abandonó?

¿Qué metralla llevas en el corazón?

5

* UH: Sonreí al leer este nombre que ya no recordaba. Tal vez no estés en uno de los dedos, pero vas sin duda, entrelazado a una de las líneas de mi palma.

6

Los dejo (espero no muy melancólicos) con el poema último de Babel (se vale pedir el poemario completo para leerlo -Sí, ya está terminado):


En mi espanto anquilosado musito incansablemente
los recuerdos de una ciudad que ya no existe:
la costumbre de los hombres de mi tierra de perseguir un pez iridescente
en el agua dulce que nos llegaba hasta las rodillas;
un campo de pulposos pezones carmesí,
que divertidos incitaban a las vírgenes;
la palabra que nada significa, pero que constantemente
le prendíamos a cuanto nos saliera de la boca;
un gusto perverso de la lengua por el sabor de las lágrimas.

En mis ojos se atisba una ruina olvidada,
y no me permite ignorar
que en la circular piedra ya no rodará mi corazón.

La raza de metal ya no caerá a mis pies,
maldita, como yo, con cada sangrienta semilla que escondió mi lengua.

El día en que sus labios borraron la marca de mi frente
para que olvidara el retorno,
mis compañeras no gritaron mi impronunciable nombre,
pero se condenaron a plañirle a la locura.

Nada más se esperaba de mí,
cuando abrí los ojos por vez primera
ya escrutaban los viejos mi insidiosa propensión
a responder a los susurros en mi oído siniestro,
a picarme la planta del pie con la ebúrnea daga.

Ya nadie recordará mi verdadero nombre
sólo la magnitud de mi ofensa,
mi tendencia a desobedecer.

Pero no estivé yo piedra a piedra el obelisco,
ni altiva engullí la flama,
mas sí miré de frente al fuego,
y bebí la sangre que él no se atrevió.

Acepto mi castigo satisfecha
porque no hincaría nunca el pedernal
en la carne que yo misma maceré en mi seno.

Un hombre puede enfermarse de gloria,
y volver su rostro a su deseo,
una mujer en cambio,
no temerá nunca petrificarse
con tal de volver,
una vez más,
los ojos a su nostalgia.

Ésta, es mi última profecía.

Copyright P.A.Z.
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