martes, 27 de enero de 2009

El mundo maravilloso de las cosas que no tienen par

Se nos perdió un zapato.

Y me encanta que mi lengua nativa tenga esta capacidad de desviar culpabilidades. Uno nunca pierde nada, ni olvida las llaves, ni deja caer los vasos para que se quebren.

No, en español, lengua bendita, las cosas se escapan de las manos, a los objetos les salen patas y se escapan cuando uno no está mirando.

Español es la lengua del "yo no fui" (aunque te vengan a contar cositas malas de mí.)

Yo tengo la impresión que los que meten el desorden son los calcetines.

Esos son los primeros en perderse, y de paso, pierden a las llaves, los paraguas, las gafas de sol, la lista del mandado y al par de un arete del diario. Los pierden dándoles malos consejos, incitándolos al vicio.

¿A dónde se imaginan ustedes que se escapan los objetos? En algún sitio leí sobre una bendita isla a donde se van a vivir los calcetines perdidos. ¿Será que hay un pasaje secreto del otro lado de la lavadora?

Me parece que, todas esas cosas que vienen bíblicamente de dos en dos, de lo que escapan no es de nuestra patética mundanidad, sino su idéntico otro.

A lo mejor se van buscando ese lugar maravilloso, donde las cosas viven únicamente su individualidad.

4 comentarios:

silvestre dijo...

A veces, sólo a veces en la intimidad de la soledad, nos atrevemos a decir: he perdido a un amigo o ella se me fue, o estoy con ella (o con él) porque quiero y puedo.
Aceptar el protagonismo de una culpa o de un éxito, creo que es incluirnos en la historia personal. Esa, la de nosotros mismos. La que nos hace ser.
Si los que se van fueran sólo los calcetines…
Un saludo

Verónica Nieva dijo...

Exactamente: que alguien me explique ¿a dónde van los calcetines que se pierden?, y ¿porqué no se pierden los dos de un solo par?

Mucho gusto, su blog está chido, Mondergreen.

Unknown dijo...

hola Lady Mondegreen; esta entrada me trajo algo viejísimo y amadísimo: perdí uno de esos zapatos ortopédicos que se amarraban con una agujeta desde la punta del pie hasta el final del empeine, blancos, de botita, con ojillos de lágrima, esos que todo mundo odió, yo los amé con toda mi alma, aún lloro su ausencia...

Queen Loana dijo...

... Hay una vieja teoría sobre los calcetines perdidos. Habla de la ley natural, el más fuerte le sobrevive al débil... o en casos extremos Godofredo Olivares menciona la calcetinofagia, que en este caso será la zapatofagia... Alguien se comió ese zapato, y lo más seguro es que haya sido el otro zapato. Sabe usted la fascinación que guardo por los objetos... así que este es un excelente post.
Un abrazo
Lady Vivianne

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