nueve... diez... once... doce...
Sacando cuentas son doce las casas en las que he vivido. Dos departamentos se cuelan en ese número y un estudio amueblado en el que viví muy brevemente.
La estancia más corta fue de apenas un mes, y la más larga de doce años (de tiempo completo y un par más los fines de semana y los veranos.)
En doce sitios he respirado y posado mi insomne cabeza por las noches. En doce sitios han quedado mis lágrimas y el polvo, que sigo siendo yo, en un resquicio que por más que se barra no ha de estar nunca limpio.
La primera casa en la que viví ya no existe, en su lugar hay un pequeño edificio en donde hay un negocio de la Purina.
La casa en la que viví más años hace mucho que no he vuelto a verla, me dicen que la pintaron de un color verde perico horrible. Mi corazón prefiere no verla.
La casa en la que experimenté la felicidad más extrema, en donde me percaté de mi insignificancia en el gran esquema universal, en donde conocí el fondo de mi desesperación, debe seguir en donde mismo, en una ciudad que no sé si volveré a visitar. En esa casa tenía un cuarto enorme, sólo ahí y en el baño podríamos haber hecho una fiesta. En ese cuarto las paredes las pintamos de un profundo rojo cereza.
La casa de mi feliz ignoracia, de mi maravillosa ingenuidad, de mi idealismo extremo; sí, esa a la que con mis manos a carne viva y con mi sangre y mi sudor arranqué alfombras y papeles tapices negros con plateadas flores; pinté casi todas las paredes y el zoclo y los filos de las puertas; lijé y tallé la madera y volví a barnizarla; desnudé la tierra hasta que no hubo nada y planté, semilla a semilla mi jardín... Por esa casa volví a pasar, años después, y vi que en mi amado jardín ahora vive un flamingo rosa de plastico.
Esta semana me toca volver a empacarlo todo, cargar con una biblioteca que crecido y avanzado miles de kilómetros, que se ha eregido tanto en la costa del Atántico como en la del Pacífico. una biblioteca que empezó con una pequeña caja y hoy no me alcanza lugar para meter tanto libro. Ahora mismo, mi cama reposa sobre varios centenares de libros.
Al fin de semana, espero, comenzaré otra vez en la fatídica o afortunada número trece.
Nunca planée vivir en tantos sitios y odio desmesuradamente las mudanzas, pero un nuevo sitio trae siempre la promesa de todo lo que todavía no ha ocurrido.
Y tú ¿en cuántas casas has vivido?
5 comentarios:
solo en 3 pero supongo que eso ya lo sabías; yo cuento 10 tuyas, cuáles estoy olvidando??
ps- ya sabes donde encontrarme para la ayuda con la mudanza
tq sis
oficialmente sólo en 6, pero ya no tengo raíces en tierra firme (me conviene más ser una maceta), ya que desde la agonía de mamá (en que también viví en la hoy verde perico, gracias!!!) he aprendido a ser pordiosero de puertas. El hijo de Elvia no tiene donde reclinar su cabeza y prefiere recargarse en el hombro de quienes quiere.
Buena suerte en tu nueva Tierra Prometida, y como sugerencia, dobla las cajas de cartón y guárdalas - como yo - debajo del colchón, tal vez las vuelvas a usar y por de mientras suavizan la dureza de la madera que amenaza con destartalar nuestra columna vertebral.
Cuántas casas?... mmm, no sé, más me valdría contar mis maletas.
Es una pregunta que hace nacer poemas. He vivido en siete casas... tres de ellas lejos, allá donde una de las tuyas echó raíces... Dos de ellas en soledad profunda, de esa que cala los nervios. Una de ellas con cascada propia en la sala. Otra más en el año más eterno de mi vida. La casa de mi infancia, la de mi juventud, la de mi madurez.
Hermoso post.
Un gusto tenerte de regreso. Pronto quiero verte.
L. Vivianne
Yo sólo he vivido en 3 casas. Sólo en una eché raíz, y a pesar de que en apariencia la talé, sigo visitando a mis padres en esa casa en la que viví más de 25 años. Será que por eso no tengo añoranza, ni gusto, ni siento nostalgia por ninguna. En la más importante están todavía mis padres, la sigo visitando, sigue siendo mía; en la segunda, lo más hermoso fueron mis primeros años con mi Jaco, pero él sigue conmigo, así que no extraño nada, los recuerdos y el presente vinieron conmigo. Ahora, en la tercera, disfruto, sólo disfruto. No puedo sentir nostalgia, añoranza, tristeza, por ninguna casa. Todo se vino conmigo.
Yo he vivido en 16 lugares, hubo una época en que nos cambiamos 10 veces de casa en 10 años, así que no extraño ninguno de esos lugares, las casa para mi siempre fueron solo eso, lugares, extraño a la gente pero nunca las cosas.
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