Lady Vivianne es una incitadora.
O mejor dicho, Lady Vivianne es mi incitadora.
LV propone y me incita a escribir.
El dedo índice de su blanca mano, la misma de la redonda cicatriz que yo vi nacer, con el simétrico óvalo de la transparentemente esmaltada uña con su luna perfecta me apunta e indica la enmienda, el comandamiento, la orden de crear:
"Hágase la luz".
LV y Doña Herminia ponen la pequeña estampa bajo mi lengua.
DH me alimenta con pequeños bocados de sueños, y cuida que no se escurra de mi boca nada.
DH me hace gravitar en un cielo raso salpicado de diamantes.
En la redonda tabla me han hablado de todas las cosas secretas, de todas las observaciones que furtivamente hacemos.
Parece que todas sufrimos del mismo aquejamiento, del mismo pecado de agazaparse y aprenderlo todo... aprehenderlo todo.
En mi sueño, DH, en mi sueño, no soy más que un inmenso ojo. Con una boca cosida a la que no le quedan más dientes.
LV me ha pedido que escriba sobre el voyerismo.
Qué más decir que a veces me descubro yeso, cal, ladrillo, hierro.
A veces me doy cuenta que no he dicho una palabra en horas, y que me deleito cuando todos han olvidado que estoy aquí, presente, escuchando, observando.
¿Sabías tú que un año guarde un voto de silencio que tenía sólo las excepciones más elementales? Desde entonces, nunca he sentido que mi boca se haya acostumbrado a hablar otro vez.
Mi boca es un artefacto extraño.
LV, ¿quisiera que expusiera aquí todos esos secretos, todas las conjeturas que armé tras bambalinas?
Todo lo que el incógnito me obsequió.
Soy voyeur.
Soy flâneur.
De niña escuché una vez a una pareja hacer el amor en la habitación de hotel de al lado. Pero me interesaban más las trivialidades, las nimiedades que decían de vez en cuando.
Una vez seguí a alguien un par de cuadras porque no sabía como hablarle, porque quería saber cómo existía en mi ausencia.
Todo lo leo, incluso una nota manuscrita que, del otro lado de la mesa tengo que leer de manera invertida.
Pero lo que quiero, lo que de verdad deseo en este momento...
...Es que me cuentes tú ahora un anónimo secreto.
3 comentarios:
Lady Mondegreen:
Es verdad... usted vio nacer mi cicatriz más profunda, usted ha visto, leído, atisbado, lejos y cerca, mis razonamientos, manías, tristezas, acaboses y los días más felices. Usted me ha seguido en silencio a veces, o haciéndome ruido para seguir y no caer. Me persigue en mis ventanas, en mis múltiples puertas, en los sueños y en las ínfimas dosis que aguardamos en la realidad.
Sin su palabra, sin su vouyerismo, parte de mí no existiría, porque usted ve aquellas cosas que en mi persepción son convexas o terribles.
Un secreto: me gusta mirar fotografías ajenas de tiempos pasados o presentes y tejer mis propias historias sobre los personajes que aparecen en ellas. Me gusta observar detrás de las cortinas a mis detestables vecinos...
Lady Vivianne
Siempre que paso por una casa que tiene las puertas abiertas no puedo evitar mirar adentro, es más, no me gusta evitarlo, meimagino a la gente, sus cosas, las acciones. Siempre que miro una ventana y la sombra de alguien se proyecta en la cortina, pienso que está haciendo un ritual nocturno. Mi sueño evoluciona, entonces imagino a todas las casas que rodean la ventana, en cada habitación alguien, comiendo una manzana, escribiendo un correo o haciendo el amor. Lo maravilloso es que adentro siempre hay alguien, no hay cascarones vacíos ni huecos en las habitaciones.
Mis sueños y distorsiones toman formas pantagruélicas, de hadas y seres noctámbulos que fabrican mi más íntima obsesión.
Mis sueños y distorsines crecen ahora, se alimentan de Lenguas infinitas construyendo torres, de Vientos que más de una vez me han llevado al sur.
Doña Hermina.
P.D. También me gusta leer al revés.
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