Si una estudia Letras, más pronto que nunca se ve enfrentada a la obra de Ibsen "Casa de muñecas" con su legendario personaje de Nora.
Había tanto que decir sobre todo con mi idealista y apenas naciente feminismo.
Hago una mueca nomás de recordar las sandeces que debí haber escrito, clicheadas premisas, estructurales y cansadas fragmentaciones de la trama y los personajes.
¿Qué le va a hacer uno? Por lo menos los dieciocho años no duran para siempre y mis antiguos trabajos ensayísticos sucumbieron frente a mi afortunado olvido y mi natural desorden.
Lo que me queda de Nora es un aterrorizante pavor que ha plagado mi vida por
una casta femenina a la que yo llamo "niñas tontas" y a la que Shirley Manson les
cantaba aquéllo de "stupid girl... you pretend you're high, pretend you're bored,
pretend you're everything, just to be adored..."
Las niñas tontas solían darme miedo. O al menos eso pensaba yo, me atemorizaba el arquetipo trazado por ellas, un arquetipo en que no había manera de hacerme pasar por enmedio.
Hoy, en una apología de Nora debo finalmente admitir que no es mi aberración a la niña tonta que escribe Ibsen lo que desata mi terror. No, el pavor que siento no se dirige a Nora, sino a mí:
La gran epifanía del día es descubrir que el miedo, que el gran paralizante terror está en encontrar en el espejo la imagen simplona e ingenua de una niña tonta.
"I'm fortune's fool"!
Romeo in Romeo and Juliet, Shakespeare
¿Por qué nos aterra tanto esa niña tonta que llevamos dentro?
El día de hoy la acepto, la saco del cuarto de atrás donde se guardan las vergüenzas y los defectos. Todo este tiempo tuve miedo de actuar como una niña tonta, de que me llamaran la atención las cosas brillantes, los collares de cuentas de espejo, los tocados de plumaje de pavo real, los brazaletes de granate, los hilos de perla, los kaleidoscopios y las perfectas y detalladas casas de muñecas (como aquélla que nos compartiste Belén).
Pronto aprendí que para evitar ser una niña tonta una no dice que "le apasiona la literatura" sino que "le interesa un análisis a profundidad de un corpus literario". Una niña tonta dice como Mané de "El Inocente":
"Ah! Pero si todo está dificilísimo!"
No, una mujer empoderada sabe que todas las cosas son posibles y se disculpa, antes de cualquier cosa por los contingentes errores que pueda cometer, y lo realiza todo sin esperar cumplidos, sin escucharlos tampoco.
Una de mis tías anunció un día muy ufana, después de un par de décadas de un impecabe matrimonio: "Yo ya me cambié al equipo de las tontas" Lo dijo así nomás, como anunciar que ha colgado el banderín del equipo de fútbol de la ciudad, del padre y del marido. "Yo ya soy de las tontas" dijo "porque si el marido te pide que le hagas la maleta dices tú: uyyyyyyy pero si soy taaaan tonta... No me sale"
Ese día deje de temerle a la tontería.
Pero hasta hoy reconozco mis miedos, mi terrible culpabilidad de saberme enclosetada niña tonta.
Quizás que lo que quiero decir que mientras nos debatimos siendo Mafaldas y Libertades, esforzándonos por probarnos, por pronunciarnos encaramadas en nuestras cajas de jabón.
A veces... muchas veces...
Habríamos mejor de aceptar a la Susanita que todas llevamos dentro:
Porque al final una es una.
Y si alguien más quiere llamarnos tontas porque, a pesar de un buen trabajo o un título de posgrado, a pesar del arete en la naríz y tatuajes de huesos y calaveras en los brazos, a pesar de los lentes de intelectual y de la plaquita de alumnio con un Dra., Ing. , Lic., Mtra., etc. antecediendo nuestros nombres; todavía nos hace ilusión un manicure francés, una bolsa o una marca de maquillaje de cierto renombre.
El tonto... El verdaderamente tonto... es él.
5 comentarios:
Me siento muchas veces exactamente como tú dices. Me da gusto leerte de nuevo. Por cierto, te propongo una ida a Tonalá, a comprar cosas para esta niña tonta con su casa tonta, esa que hoy me hace tan feliz, esa que imagino una tarde de lluvia, un café emanando calor y una tertulia amenizada con seres de un cuarto propio.
No entendí, tal vez sea por tonto...
Ya postea
Me recordó una discusión que tuve con una gran maestra y amiga. Ella criticaba a las Susanitas. Y yo no recuerdo qué le contestaba entonces. Lo que ahora sé, bajo la guía de mi gurú feminista, era que no importa si eres Mafalda, Libertad o Susanita. Lo realmente importante es ser tú, lo cual suena facil pero es bastante complejo. Cargamos con muchas presiones. Una nos dice que compitamos, exijamos... otra que sirvamos, que hagamos felices a los demás... otra que lo ideal es ser madre, otra que lo ideal es ser libre y todas parecen contradecirse. Como tú ya no tengo miedo de las niñas tontas ni de serlo. Aunque me falta mucho equipaje, prejuicios y estereotipos que quitarme para seguir encontrándome, creo que voy por buen camino.
Herminia: con mucho gusto te acompaño a Tonalá a comprar tonterías, a ser enamoradas niñas tontas de la lluvia, de los planes, de nada...
Macaco... Ya postee... otra tontería, pero gracias porque me haces pensar que vale la pena escribir algo aquí, que no es tanta tontería...
Ministry... Que gusto encontrar a alguien más con todos estos lastres (bien dice mi querida Herminia que andamos siempre como el Pipila), tratando de quitarselos, tratando de encontrar una identidad perdida que no acabamos de hallar... Que gusto tenerte por acá...
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