Estoy sentada en un consultorio médico, pacientemente impacientándome sobre el asiento de vinil negro mientras la recepcionista escribe taca que taca en su olivetti mecánica:
"Consultorio del Dr. López y López, ya es paciente del dr? Cuál es su nombre? y su apellido? su segundo apellido? aquí lo ve el dr. mañana a las cinco y media"
Taca que taca que taca
Pero el doctor no lo verá a las cinco y media, ni al cuarto para las seis y quizás ni siquiera para las seis y diez.
Me aburren las salas de espera, aunque hay de salas a salas. Las salas como ésta en la que ahora espero son el peor tipo, son esas salas en las que el tiempo parece no haber transcurrido: de pared a pared paneles de rojiza madera falsa, palmas y helechos de plástico, paredes cubiertas por pinturas pseudo new age y paisajes bobrossistas, una canasta con las mismas revistas médicas de hace años.
Creo recordar visitar al mismo doctor con mis padres hace unos quince o veinte años y creo que todo es exactamente lo mismo...
...Incluyendo la olivetti mecánica y la misma recepcionista escribiendo taca que taca que taca...
A veces pienso que el más allá no es más que otra sala espera de algún doctor que no ha de recibirnos nunca.
Antes creía que todos los consultorios médicos eran así, anacrónicos, pasados de moda (sin llegar nunca a lo retro chic), con el constante taca taca de enormes armatostes y la misma chocante voz de una secretaria que intercala el teléfono (todavía de dial), con la máquina y con un tejido que no ha de acabar: prepotente Penélope feliz de imaginar a su Ulises náufrago.
Pero últimamente he visitado otros consultorios, ahora debe de estar de moda un espartano modernismo: inoxidable, monocromático, frío y terriblemente aséptico con el último Cosmopolitan, Glamour, Vanidades y Quién.
No, el más allá no puede nunca ser como aquéllas salas de espera, en que me ofrecen algo de tomar, o grandes ventanales hacia una ajetreada avenida, o una pantalla mostrando una película de moda.
No...
En la sala de espera del más allá no hay ventanas que me salven de la claustrofobia ni revistas ni voces en la pantalla que atenuen la nasalidad del "ya es paciente del dr?" o del taca taca.
Sigo sentada en esta sala con mis ojos pegados en la puerta esperando verme entrar hace unos quince o veinte años sin nadie que me salve del terrible taca taca taca taca taca...
2 comentarios:
¡Oliveti! Un consultorio congelado en el tiempo. O tal vez aparezca en cualquier momento un médico con el inapelable diagnóstico de que necesita hacerle una sangría.
Un saludo.
Ivón?
jeje, no pude evitar pensar en ella...
pero ahora, es una recepcionista para 3 doctores, tá caramba la crisis. Que bueno que no mencionaste nada de los compañeros de espera y sus preguntas inquisitivas... eso será el purgatorio?
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