miércoles, 20 de agosto de 2008

Paranormal Phenomena

Para D.Z.,
mi imagen refleja, compañera de las mismas obsesiones.
Porque me entiende en cualquier idioma,
porque se rie conmigo sin vergüenza,
francamente y en voz alta, aunque nuestras voces
sean las únicas que se escuchen
en la oscuridad de una sala de cine.


Guadalajara, Jalisco
19/08/08 20:30 pm


En el cuarto de atrás de la memoria hay un desvencijado archivero que lista, en un religioso orden dictado por el caos (ni alfabético, ni numérico, ni afectivo) todas las arcanas imágenes que mis ojos han visto. Mi torcida jerarquía nemónica prioriza caprichosamente esas imágenes inexplicables, esos enigmas, en vez de recordar acertadamente el teorema de Pitágoras, o cada una de las cosas establecidas por Foucault o incluso en dónde dejé mis llaves.

1. Estoy sentada, en el quicio de una agencia de viajes, bajo el sol seco de la una de la tarde en la esquina de Aquiles Serdán y Juárez esperando que lleguen por mí. Me entretengo contando el número de personas que se tropiezan con el borde de la banqueta, que la raíz de un rebelde árbol ha levantado... la cuenta va en trece... Y en la esquina a mi izquierda hay una caja de madera, próxima a desbaratarse, con un agujero en una de las esquinas superiores. De la oscuridad de ese resquicio dos ojos fulgurantes me observan, me hipnotizan. Me acerco poco a poco e imagino que dentro hay un gato, esos ojos amarillos no pueden ser más que de un gato. Me acerco y me acerco, tratando de atisbar su forma... Hasta que la violencia de un movimiento me hace retroceder espantada...

...primero una garra de simio, y después una cola que se riza, demasiado controlada. Los ojos vuelven a aparecer tratando de arrastrarme. Nunca más vuelvo a acercarme tanto, pero sigo, de lejos, tratando de hallarle forma, de entre la cantidad de extremidades de distintas especies que se cuelan por esa esquina perdida.

2. Miro aterrorizada la carta, el e-mail, el mensaje de texto sin abrir. La sellada potencialidad me asusta como el gato de Schrödinger. Sigo conservando la misiva cerrada. Trato de adivinar, de escribir con mi voluntad, con mi deseo, el mensaje que protege. No abriré nunca la carta.


3. Aprendí a hablar un idioma extraño cantando, memorizando la letra de una banda años antes disuelta, mucho antes de mi nacimiento. Así mi hija bailará una canción que fue un hit antes de que su madre naciera, y eso que nació hace muchos muchos años. Yo debería saberlo.
Antes de entender esta lengua, la otra mitad, el lado oscuro (o luminoso?) de la doble vida que llevo; el poderoso error, la malinterpretación me hicieron imaginar otras cosas. Como cuando tú me pediste que interpretara una de tus canciones favoritas y desde entonces sueño con unas inexistentes sillas de aterciopelada cereza. Verdaderos mondegreens.

4. Mi perversa morbosidad me empeña a escuchar, a comprender la discusión de la pareja que está sentada detrás de nosotros. Enterarme de las cuitas intercaladas en la faena amorosa de una pareja de amantes por debajo de la puerta que comunica dos habitaciones de hotel. Tengo vocación de voyeur.


5. Quiero develar al interlocutor de mi poesía. Muchas veces repetí a anónimas bocas que nunca escribiría sobre ellas. Hoy, encuentro cercenadas extremidades, un collage sangriento en viejos poemas. No eres tú, ni él, ni ellos. Todas las palabras eran para mí.


6. Tratar de entender, de saber los secretos que lleva tu sangre. Desgranar el arcano que ese mal, con su nombre griego, ha estado grabando en tu piel. Miro las marcas y las venero como sagrado estigma, y lloro desconsoladamente, porque no tengo encantamientos, porque mis palabras no sirven para absolutamente nada, sólo para decirte que te quiero.
Blogged with the Flock Browser

2 comentarios:

Unknown dijo...

Sólo observo. Me declaro voyerista de tus letras.

Anónimo dijo...

Gracias.... por compartir tus obsesiones, dejar que se conviertan en mias y aceptar una que otra obsesión personal
tq (FURSPLODE!)

Related Posts with Thumbnails