miércoles, 8 de diciembre de 2010

It was 30 years ago today...

...pero el Sgt. Pepper no nos enseñó a tocar.

Hace 30 años murió John Lennon y yo tenía apenas año y medio.

Hace 16 ó 17 comenzamos a guardar un minuto de silencio afuera de los salones de la prepa, sabiéndonos grandes y reaccionarios.

Ahora me rio de nuestras poses y nuestra ingenuidad pero todavía siento la pérdida. Y estos días permanezco en silencio por horas sin dificultad y sin necesidad de la pompa del rito.

Hoy escucho en la radio a Adela Micha hacer una torpe remembranza de Lennon usando canciones de McCartney y de Harrison para hablar de "lo intimista de sus letras" y me rio de la misma sardónica manera que lo haría John.

Hoy que leí la última entrevista inédita en que rechazaba ser un héroe muerto tres días antes de morir.

...and though the news were rather sad
Well I just had to laugh...
(J. Lennon. A day in the life)



jueves, 2 de diciembre de 2010

Todavía

Todavía se me olvida.

Me encuentro distraída haciendo planes
trazando las cosas que haré en esta o esa situación.

Pienso en las cosas que haré la próxima vez

Como si aún fuera posible una próxima vez.

Como si cada día no me alejara más de esa utopía.

Lo de antes,
lo que entonces llamé la primera vez
poco a poco se convierte en en la única
en la última.

No lo sabía entonces.

De haberlo sabido habría puesto más atención.
No me habría estancado en todas las cosas que salieron mal,
esas cosas que iba a cambiar

la próxima vez.

Pero ahora comienzo a aceptar que no la habrá.

Que ese futuro me está vedado
que mi cuerpo ya no funciona
que día a día,
en realidad,
todos nos vamos muriendo poco a poco.

Las formas burocráticas de nuestra vida civilizada:
el seguro médico,
los créditos y las hipotecas,
la nómina y las cuentas,
el historial médico.
Todos esos documentos llevan la cuenta exacta
de cómo nos vamos resquebrajando,
de la descomposición del cuerpo.

Esta máquina no hace sino descomponerse
volverse obsoleta
redundante.

Pero aún así,
todavía
cuando mi mente vaga lo suficiente
me encuentro haciendo listas
para contingencias que no han de llegar nunca
listas de acciones, responsabilidades,
listas de objetos inútiles,
de canciones de cuna,
de palabras de amor,
de cómo podría verse mi sorpresa y mi felicidad
en mi cara.

Pero luego me acuerdo
y las listas se rompen
y se derraman las cosas.

No
la próxima vez no existe.
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